martes, 9 de junio de 2009

Ciudad Ojeda

Ciudad Orrenda...

Querido amigo, se ha preguntado Usted alguna vez porque en los ultimo 25 años jamás, pero por diosito santo que jamás se ha detenido la destrucción progresiva de las calles y avenidas de esta Ciudad, no han cesado las excavaciones de sus riadas, la demolición de sus aceras una y otra vez sin motivo aparente.

Quienes chistosamente se refieren a un tesoro perdido, ocultan detrás de la risa el inmenso dolor de ver día a día su ciudad convertida en un inmenso pozo séptico.

Lagunillas huele a mierda, las aguas negras se divierten con nuestros pies en cruces de avenidas y el calor insoportable de las tardes atraen centenares de moscas verdes que danzan en los patios y lugares de juegos de los hijos de este pobre y espurio pueblo.

Andar por las calles y avenidas (si se les puede llamar así) del Municipio Lagunillas, se ha convertido en el dolor de cabeza para miles de conductores que como un interminable rosario recuerdan un trillardo de veces al día la madre a nuestros eficientes funcionarios publico. Y es que al parecer nadie tiene la culpa, la estupidez ilustrada, llámense sapientes, profesionales y técnicos culpan a un tal nivel freático, que al parecer les frito la cabeza a los ingenieros municipales, también mencionan los benditos colectores que se derrumban sobre si mismos de forma misteriosa y constante y a parte de eso el muro de contención, el lago, los Irakies, Chávez y el Papa Benedicto, lo cierto del caso es que al parecer a estas alturas hubiese salido mas barato mudar todo el Municipio para otra parte.

Conozco gente afectada psicológicamente por una rara enfermedad denominada en los predios científicos como fobiorpila, caracterizada por fobia a las catarpila, palabra esta traída a nuestro vulgo con el permiso de Tito Balsa y los demás eruditos de la lengua española, para describir una rarísima enfermedad de los países civilizados pero muy común en nuestra ciudad que se caracteriza por un terror catastrófico a esas maquinas amarillas que bloquean las calles de la ciudad. Luís Godoy, mejor conocido como el negrito, se refería a ellas como el ataque de enormes monstruos mecanizados que habían sido enviados a este micro planeta llamado Lagunillas para destruirlo. Los síntomas de esta enfermedad son los siguiente: Arrechera, maledicencia compulsiva o deseo incontenible de maldecir a alguien y a todo; taquicardia; dolor de cabeza; calor que jode; mas arrechera; pedir que se muera el alcalde; maldecir a Chávez y el mas característico andar de un lugar a otro por Ojeda como tratando de llegar algún lugar. Andar en Ojeda, es como andar en un video Juego gigantesco, donde mientras tratas de avanzar te ponen sendos obstáculos, en el nivel uno su misión es atravesar charcos y pantanos de mierda; en el nivel dos debes saltear cráteres de barro, huecos de concreto y vallas con la cara de Rosales y Mervin Méndez y en el Nivel tres, debes primero pasarle esmollejao a los negritos que quitan y ponen los avisos que dice: “EL CAMBIO CONTINUA” y que te gritan vulgaridades si no le jalas bola y luego lo peor, las maquinas gigantes, las amarillas, si te agarran con la pala te escoñetan. Quienes mas sufren son los chóferes de los carrito de trafico, esos carazos que ya andan jodidos de los riñones, a las tres de la tarde tienen la tensión arterial en 180 y tienen el trasero fundido con el asiento lo mejor que les puede pasar es que les de un infarto fulminante a que les obliguen a llevar un pasajero para la vía del cementerio o el Barrio Simón Bolívar; los chicos del volante sobre todo los de la línea de Barrio Obrero han capitalizado una destreza a la hora de saltar huecos, evadir avisos y mejorar la marca de darle por lo menos tres vueltas a Ojeda por día. Pero a ellos, digo, a los chóferes de trafico, les gusta la vaina, cada elección municipal se tiran a la calle a brindar el mas calido apoyo al mandatario de turno o al que viene del mismo partido, es decir Mervin Méndez un primo de Mervin, su esposa u otra vez Méndez, los carajos le ponen sendas calcomanías del candidato como diciendo: “gracias por hacerme la vida mas desgraciada” o “Esto es para que me perdones por sacarte tanto la madre”, o me imagino que dos veces al año les regalan un kit completo contra huecos, que incluye: cuatro cauchos nuevos, amortiguadores, 50 cajas de bral, un impermeable, un ventilador de pila par el tablero, una estampita de la virgen del Valle y del santo de los chóferes de y una diálisis en el Hospital.

No podríamos decir aquí que los menos que sufren son los ricos, porque recuerden lo que dice el poeta: “LOS RICOS TAMBIEN LLORAN”, ellos transitan en tremendas camionetas Nissan Armada certificando los comerciales de televisión, atraviesan las calles destruidas como si nada pudiese afectarles porque la suspensión de su supervehículos le permite comer pescado frito mientras manejan, darle el tetero al bebe y hasta acercarse lo suficiente el uno al otro como para decirle a ella al oído: “te amo Bebe”. Siempre me he preguntado como serán de herméticas esas camionetas que sus ocupantes no perciben el olor a materia fecal que caracteriza NUESTRA ciudad.

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